En el pastizal
Consigna: Elegir uno de los siguientes comienzos: "Estaba haciendo calor, el sol le estaba quemando la nuca". "Le cruzaba la cara una cicatriz rencorosa: un arco ceniciento y casi perfecto que de un lado ajaba la sien y del otro el pómulo". "Una mañana de junio de 1872, temprano, asesiné a mi padre, acto que me impresionó vivamente en aquella época". Escribir un cuento que empiece con la frase elegida y que incluya alguno de los siguientes conjuntos de oraciones (en el mismo orden): a. Veo encuentros. - Una herida grave. - Tiene miedo. b. Se oye música. - Números de muchas cifras. - Somos pocos. c. Hace frío. - Se divisa un velero. - No quiero.
Elegido: “Estaba haciendo calor, el sol le estaba quemando la nuca”, a – veo encuentros – una herida grave – tiene miedo.
El pastizal
Estaba haciendo calor, el sol le estaba quemando la nuca. Podía sentir las gotas de transpiración caerle por la espalda. Lo miraba desde lo lejos, en la cima de un árbol, sin querer acercarse mucho por miedo de que la viera. Él tenia ropa oscura y su cuerpo estaba posicionado en el piso de una manera incomoda. La flecha que ella había tirado había causado que él se cayera, y desde ese momento no se había levantado.
Se acerco a donde él estaba tirado, pensando que ya estaba muerto. Pero no lo estaba. Cuanto más se acercaba más podía escuchar su respiración ronca y dificultosa.
Una vez parada encima de el, ella lo miro a los ojos. Había en ellos, la misma falta de esperanza que había en los de ella y en los de todas las otras personas que habían muerto en sus manos. Esa falta de esperanza que estaba presente desde que la comida se volvió cara y los animales de caza se fueron del territorio. Eso había sido hace mucho, ella ya ni se acordaba cuanto tiempo había pasado.
Hubo un tiempo en el cual tuvo la ilusión de que su vida mejoraría. Veía una vida feliz, llena de alegría. Veía encuentros. Encuentros con otras personas que no resultarían en la finalización de una vida; en los que ella no estaría calculando el momento ideal para matarlos; que serian tan normales y comunes que ni los recordaría. Pero este encuentro no iba a ser uno de esos. Iba a quedar en su mente por mucho tiempo, al igual que muchos otros.
Se veía una mancha negra en la ropa, donde la sangre se había filtrado. Él tenia una herida grave en el pecho y aunque lo que más quería ella en el mundo era curarla, no lo iba a hacer. Porque así es como uno conseguía comer. O comías o te comían.
Mirándole a los ojos otra vez, ella vio que tenía miedo. Había entendido lo que iba a pasar, iba a morir. Al poco tiempo él dejo de respirar.
El lugar que había elegido contrastaba mucho lo que ella había planeado hacer. Era un pastizal. Un lugar cálido, cubierto por flores de todos los colores. Rodeadas por arboles altos, que, al ser primavera, estaban increíblemente verdes. Estaba repleto de vida, y lo que ella hizo fue quitar una.
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